miércoles, 1 de febrero de 2012

Un último adiós, capitulo 2.

Tuve que releer el mensaje de Paula varias veces, la única razón coherente que se me ocurrió para explicarme a mi misma ese mensaje, fue que le di pena. Mi madre no me quitaba ojo, me miraba de forma extraña, a la vez que yo miraba mi móvil.
 
        -¿Todo bien?

        - Eh, sí sí, ¿porqué lo dices?.

        - No sé, como miras así tan raro y tan seguidamente el móvil pues...

Me limité a mirar de nuevo por la ventana, esperando que mi madre entendiera que no quería darle ninguna explicación y que quería concluir la conversación ahí.
Guardé mi móvil en una mini-bandolera que siempre llevaba conmigo, la típica que todas las chicas llevan, en la que guardan de todo. La mía era negra, llevaba dibujada la lengua de "The Rolling Stones", y dentro tenía el móvil, la cámara de fotos, un USB (que no sé que hacía ahí, pero que tampoco había pensado en sacarlo), un bolígrafo con dibujos que me regaló Paula, y varios chicles de fruta.

         - Melinda, ¿lo llevas todo, verdad?

         - ¡Joder mamá!, ¿como te lo tengo que decir?, ¡que no me llames Melinda!-, odiaba que me llamaran Melinda, a Paula un día se le ocurrió llamarme Mel, y desde entonces siempre me decían así, incluso mi madre, supongo que por los nervios me volvió a llamar así.

Volví a mirar por la ventana, habíamos llegado, todo estaba lleno de coches. Mi madre, -cada vez más nerviosa-, no paraba de mirar a todos lados, y el taxi paró.

        - Melinda, ¿no olvidas nada?, ¿estás segura?-

        - Mamá, te lo diré una vez más, no me vuelvas a llamar así, y no no olvido nada, ¿te ha quedado claro?, porqué no creo que tenga tanta paciencia como para explicártelo una vez más.- Estaba tan enfadada que me bajé del taxi y di un portazo al cerrar la puerta, el conductor me miró, y yo -como siempre-, mostré una irónica sonrisa queriendo explicarle que fue sin querer, pero no me entendió. También ,me arrepentí después de haberle hablado así a mi madre, pero cuando me enfadaba, no sabía lo que decía.

Mi madre le pagó al taxista, y se despidió esperando respuesta, aunque fue en vano. Miré a mi madre, haciéndole un gesto para que entráramos de una vez por todas al aeropuerto, así que cogí mis maletas y empecé a andar hasta entrar en el aeropuerto, mi madre venía justo detrás.
Cuándo entramos en el aeropuerto, nos sentamos en los sillones típicos -e incómodos- de los aeropuertos, mi madre se puso a leer una y otra vez los papeles de la compra del piso de Seattle, y yo, por otro lado, sentí la necesidad de conectarme a Internet.
Busqué la página web de mi nuevo instituto, y vi que a diferencia de mi instituto de Madrid, tenía varios club's para apuntarse como optativas, los había de todas clases, de Mates, de Ciencias, de Deportes, de Cocina, e incluso de Ajedrez. Quise entrar en Ciencias, es algo que siempre me había gustado, pero estaba completo, así que decidí que la Música no sería mala opción, y guardé una copia de la suscripción.
Avisaron por megafonía, teníamos que pasar las maletas por las cintas esas, estábamos en la cola para entrar al avión, y se me escapó un suspiro, -Adiós, Madrid-, dije en una tono tan bajo que casi ni yo me escuche, entré al avión junto a mi madre, Seattle me esperaba.